El Padre Paul Sombel Faye es un misionero senegalés Oblato de María Inmaculada. Fue ordenado sacerdote en 2014, lleva varios años en Guinea Bissau y es el actual párroco de la misión de Farim.
Padre Pablo, ¿quién eres?
Soy Misionero Oblato de María Inmaculada de la Delegación de Senegal y Guinea Bissau y desde 2017 estoy en misión en Guinea Bissau, en Farim. Soy sacerdote desde hace unos diez años y actualmente soy párroco de un área geográfica bastante grande. Más allá del trabajo pastoral, sigo en particular las realidades sociales de la parroquia y la administración de dos escuelas que pertenecen a nuestra Congregación: “Casa do Sol” en Farim y la escuela “San Eugenio” en Mansaba.
¿Por qué te hiciste misionero oblato?
Ser misionero oblato es mi vocación. Desde niño cultivé el deseo de ser misionero y sacerdote. Conocí a los Misioneros Oblatos después de una breve estancia en el seminario diocesano de Ngazobil, en la archidiócesis de Dakar. Mi catequista, ex seminarista, me conocía bien y, como vió en mí el deseo de ser sacerdote, me ofreció la oportunidad de conocer una congregación misionera donde ya se encontraba su sobrino, que era de una parroquia donde había oblatos, en Parcelles Assainies, en las afueras de Dakar. Yo solo conocía a los sacerdotes diocesanos que estaban en mi parroquia de origen. Me invitaron a un campamento vocacional que los Oblatos hicieron durante el Triduo Pascual de 1988 y allí los conocí y comenzó mi camino en una maravillosa aventura misionera.
¿Qué te llamó la atención de los Oblatos?
Me sentia atraído por la vida sencilla y el trabajo de los Oblatos, especialmente por su cercanía a la gente, yendo a todos los pueblos para hablar de Jesús, proclamar el Evangelio, celebrar los Sacramentos. Y entonces los vi como hombres de Dios, hombres felices, enamorados de Dios y al servicio del pueblo. Así que, después de estudiar filosofía, hice mi noviciado en Ngaounderé en Camerún donde, en septiembre de 2008, consagré mi vida a Dios en la familia de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Continué mis estudios en el Congo y el 22 de febrero de 2014 fui ordenado sacerdote del Señor.
¿Qué significa para ti “ser misionero”?
El bautismo ya me hace misionero, después he hecho una elección de vida misionera para seguir a Cristo como sacerdote. Para mí, ser misionero significa estar dispuesto a colaborar con Jesús en el anuncio del Reino de Dios que es la presencia de Dios en nosotros y entre nosotros. Ser misionero es, por tanto, contribuir a que Dios esté presente en la vida de los demás. Para hacer esto es necesario que ante todo Dios esté en mí y en esto soy misión y soy misionero ante todo de mí mismo. La presencia de Dios en la propia vida y en la vida de los demás es también la presencia del Amor incondicional, de la paz interior y exterior, de la justicia y de la alegría. Por eso, en mi trabajo como párroco en Farim me comprometo a dar a conocer el Evangelio a través de la catequesis (una gran parte de nuestra tierra de misión está todavía en fase de primera evangelización). Nosotros, mis hermanos y yo, recorremos, con la ayuda de algunos catequistas, un radio de unos treinta km para llegar a las aldeas y comunidades para la catequesis y las celebraciones eucarísticas los viernes, sábados y domingos.
Sobre tu labor social, ¿qué nos puedes contar?
Durante la semana trabajamos en dos escuelas, una en Farim con 834 alumnos y otra en Mansaba, a 22 km de Farim, a la que asisten 806 niños. Además de esta formación y educación impartida a muchos estudiantes, nuestras escuelas contribuyen a la creación directa o indirecta de puestos de trabajo. La escuela de Farim cuenta con 65 empleados, entre profesores y personal de servicio, mientras que la de Mansaba tiene 35. Es en un espíritu de colaboración con muchos empleados que contribuimos al desarrollo social de la población de Guinea Bissau en general y de Farim y Mansaba en particular. Otra área de intervención como misionero se refiere a la promoción de la mujer. Así con el apoyo de amigos que nos ayudan a financiar la excavación de pozos para el agua, se plantan huertos para las mujeres en las diversas aldeas de la parroquia. Nuestra intervención pastoral y social como misioneros es, por tanto, grande y muy variada en Guinea Bissau.
Padre Paul Sombel, ¿una última palabra?
Como bautizados, todos estamos revestidos de Jesucristo, somos “profetas, sacerdotes y reyes”. Al ser bautizados, somos enviados. No necesariamente como yo, cada bautizado es un misionero aunque no salga de casa geográficamente como lo hice yo o mis hermanos. Cada bautizado es un misionero con oración, acompañando y sosteniendo las misiones, buscando ser “la presencia del Señor” en sus lugares de vida y trabajo. Personalmente, soy misionero y quisiera entregarme por completo para que la paz, la justicia y el amor reinen en el mundo y para que Dios esté presente en la vida de tantos hombres y mujeres.
Editado por el Padre Flavio Facchin omi