Marie Madeleine Ndour, esposa y madre de cinco hijos, ha sido maestra y durante más de quince años directora de la escuela San Eugenio en Parcelles, perteneciente a la parroquia de María Inmaculada en Dakar, Senegal. Esta escuela, como otras del país, ha sido construida y gestionada por los Misioneros Oblatos. Desde hace un tiempo Marie Madeleine está comprometida en política y hace un par de años fue elegida diputada a la Asamblea Nacional de Senegal.
Honorable Marie Madeleine Ndour, nos conocemos desde hace muchos años. ¿Puedes decirnos algo sobre el significado de “ser misión” en tu vida, en tu trabajo como docente y directora de escuela y ahora como diputada a la Asamblea a Nacional de Senegal?
La paz y el gozo del Señor estén con vosotros. Sí, fui maestra y luego directora de la escuela San Eugenio en Dakar, en la parroquia donde se encuentran los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Ahora estoy jubilada y desde hace algunos años estoy comprometida con la política porque deseo trabajar por el bien de mi país, Senegal. Hablar de “misión” me recuerda inmediatamente el envío de Jesús (Evangelio de Mateo, capítulo 28). Cada misionero es un enviado, cada cristiano es un enviado desde su bautismo y por este sacramento somos todos Profetas, Sacerdotes y Reyes. El que nos envía es Jesús que una vez cumplida su misión nos pide continuarla hasta los confines de la tierra. Cuando alguien nos envía, nos da su mensaje para trasmitir y el mensaje que el misionero cristiano (cada bautizado) debe trasmitir es la Buena Noticia de Jesús, el mensaje de la Verdad, del Camino y de la Vida. ¡La salvación es para todos los hombres, para todos! Por eso el compromiso misionero para nosotros cristianos es siempre actual y muy importante.
¿Ser misión en la propia familia, que ha significado para ti?
Cada vocación es una misión y Jesús nos da la fuerza del Espíritu Santo para vivirla. Estoy casada desde hace muchos años y tengo 5 hijos. Como esposa y madre, he vivido la misión, ante todo, en lo cotidiano desde el día de nuestra boda. Mi marido, mis hijos y yo hemos crecido en la fe cristiana y uno de los chicos es sacerdote. Vivimos la misión a través de la oración diaria para pedir fuerza y la luz del Señor para todo lo que hagamos y para superar las inevitables dificultades, para mantener siempre la confianza en Dios, para perdonarnos unos a otros, para ser diligentes en el servicio reciproco, para educar bien a los hijos y para dar un buen ejemplo familiar delante de nuestros hermanos y hermanas cristianos y musulmanes.
¿Y en el trabajo?
Como cristiana he elegido servir a la Iglesia desde la Educación Católica, es decir, en las escuelas católicas de mi país. A menudo he tenido miedo de hacer mal mi trabajo, y por responder a la confianza puesta en mi he trabajado muy duro. Con frecuencia trabajaba hasta la medianoche para corregir los deberes de los alumnos y para preparar mis lecciones para el día siguiente. Además, si debía saltarme alguna lección debido a las dificultades de los alumnos en otras materias, esta no era nunca una lección de religión. La hora de religión ha sido siempre importante para mi y siempre la he vivido con el enorme convencimiento de que debía tocar al menos uno o dos corazones (durante mis 23 años en la enseñanza los estudiantes musulmanes y cristianos han estado siempre presentes).
Marie Madeleine, el Señor tiene verdaderamente una parte importante en tu vida.
Personalmente, vivo mi “ser misión” todos los días, haciendo todo lo posible por evitar malos comportamientos que no hacen honor a nuestra fe. Me siento mal cuando veo que un cristiano no se ha portado bien, sobre todo, en un país donde la mayoría es musulmana. Es quizá mi orgullo, pero seguramente también la formación religiosa que he recibido de las Hermanas del Sagrado Corazón de María (de 1966 a 1976). Como africanos hay muchas tradiciones de las que tenemos que protegernos o proteger a nuestros hijos; esto sucede también en la vida política. Siempre he buscado fortaleza en el Señor. Y a quienes me proponen prácticas no conformes con mi fe le digo siempre que Jesús es mi único Dios. Para una madre, por ejemplo, cuando tiene que cargar con su bebé a la espalda por primera vez o destetarlo, existen algunas prácticas tradicionales particulares con personas destinadas a eso. Yo, sin embargo, tomé agua bendita y el rosario para rezar y he puesto yo misma a mi bebé sobre la espalda y así con todos.
Has sido directora de la Escuela San Eugenio en Dakar.
He vivido con humildad mi título de directora durante 17 años en la escuela San Eugenio de Mazenod en Dakar, en la parroquia María Inmaculada, buscando ser muy cercana al personal docente o de servicio, tanto que a menudo alguno que necesitaba información llegaba a mi para preguntarme “¿dónde está el director de la escuela?” En los encuentros con el cuerpo docente siempre he tenido la oportunidad de intercalar una palabra del Evangelio en mis intervenciones. Un año me he apuntado también como catequista en la parroquia, pero no era fácil compaginarlo con el trabajo de gestión de la escuela por lo que después he optado por vigilar atentamente el tiempo dedicado al catecismo en las clases y he invitado a los profesores a preparase bien para las lecciones de religión.
¿Y en el Parlamento?
En el Parlamento de Senegal, siendo la única diputada cristiana, siento el deber de trabajar para el bien del pueblo, busco hablar con sinceridad a los diputados que votan las leyes del país, también con aquellos que no son de mi propio partido. Hay quienes me lo reprochan, pero también aquí siento que estoy en misión, que consiste en trasmitir el mensaje de amor y de verdad del Señor. Generalmente concluyo mis intervenciones en el Parlamento diciendo: “En el nombre de Jesucristo y por el bien de la gente”.
¿Te encuentras con tus antiguos alumnos?
Si, claro, y es bonito ver que algunos de ellos han llegado a ser personas importantes en el país y me agradecen: “Gracias señora, ha hecho mucho por ayudarme a ser quien soy hoy”. En las clases de religión en la escuela hablaba de los talentos que cada uno de nosotros ha recibido y decía a los alumnos: “usa tu boca para cantar al Señor y anunciar su Palabra”. Muchos de ellos hoy son parte de un coro, son compositores de canciones, lectores de la Palabra de Dios o catequistas y alguno ha llegado a sacerdote. Es, realmente, muy bonito.
¿Algo más que nos quieras decir?
Si, algo de mi vida reciente. Cuando en el año 2012 el líder de mi partido, Macky Sall, que conocía bien mi compromiso cristiano llegó a ser Presidente de la Republica recé a Jesús pidiendo que me dejara terminar mi misión en la educación católica antes de asumir un cargo en política. Un año después, en 2013, me han ofrecido un puesto de directora del Departamento en el Ministerio de la Mujer y la Infancia. No acepté sin decírselo a mi familia, en particular a mis hijos. El Señor me estaba poniendo a prueba, pero Él es maravilloso. Me jubilé en septiembre de 2021 y en julio de 2022 he sido elegida diputada. Después, una cosa que me ha gustado ha sido cuando el señor Daniel Diouf, un catequista de mi pueblo hablando de mi familia ha afirmado que “vuestra familia es una familia sagrada por la comprensión que hay en vuestra casa”. Finalmente, el viernes 12 de enero de 2024 reconcilié a dos mujeres musulmanas que tenían un conflicto, me puse de rodillas ante ellas con el símbolo de diputada pidiendo que se perdonaran mutuamente. Así ha sucedido y después me lo han agradecido calurosamente. Hay muchos episodios de testimonio porque “estar en misión” significa anunciar, pero también testimoniar. Como última cosa me gustaría decirles a todos mis hermanos cristianos que no hay nada más fuerte, más importante, más bello y más útil que trabajar por Cristo, es decir, continuar la misión de evangelización de los pueblos siguiéndolo. Debemos atrevernos a hacerlo por la salvación de todos los hombres, como decía San Pablo: “¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!”. Quizá los que no conocen a Jesús serán tratados mejor que nosotros los bautizados porque el Señor nos pide no ser fríos ni calientes, sino luz del mundo y sal de la tierra. La sal debe dar sabor y la luz debe ahuyentar la oscuridad. Cada uno de nosotros es útil con los talentos que Dios le ha dado para anunciar y ser testigos en todas partes de la Buena Noticia de Jesucristo; esta es la misión de todo bautizado.
Editado por Flavio Facchin OMI